INVARIABLES
Decía el compositor Francisco Guerrero, a la interpelación que le hacía un periodista, que su forma de crear era totalmente tradicional, que utilizaba las mismas herramientas que, antes que él, habían utilizado Bach o Mozart, pero que no iba a volver a hacer lo que ya hicieron ellos. Este sería el caso del Carmen del Granaillo, situado en la ladera Sur del actual Albaicín. Es una vivienda tradicional del aparatado terreno del antiguo barrio hispanomusulmán y, por tanto, un espacio abierto al paisaje de la frontera Alhambra e íntimo en su relación con los edificios colindantes, de los que los separa la diferencia de nivel.
La edificación es una construcción popular, marcada por el paso del tiempo y de los sucesivos propietarios que han dejado su huella en los muros y disposición en planta; algo que ha sido respetado en una labor casi de arqueología muraria, recuperando los elementos tradicionales que iban apareciendo tras los enlucidos, limpiando y consolidando lo existente, al tiempo que se reorganizaban los accesos a las terrazas y se conseguían nuevas interpretaciones para los pabellones del jardín, logrando que estos dos ejes quedaran perfectamente integrados en la reestructuración vegetal, articulada mediante una singular acequia que liga los dos módulos constructivos. Al final de este camino hidráulico, una minimalista pérgola cumple una función conceptual, pues separa y une sectores de la parcela, a la par que sirve de aglutinador del espacio social de la vivienda.
El Carmen del Granaillo, es una interpretación actual que arranca de las bases tradicionales de la arquitectura popular granadina, en la que sus autores marcan la huella de su época de forma ágil y fresca, sin excederse en el protagonismo. Es una obra que destila el espíritu funcional que anhelaba su propietario: ser el reposo del guerrero del siglo XXI y mirador de una Alhambra sempiterna.
José Vallejo